Iniciamos la sesión, como siempre, con el pandero. Así, nos desplazamos por el pabellón al ritmo de este instrumento: rápido, despacito, nos paramos y nos quedamos como estatuas...
A continuación, dramatizamos el cuento e hicimos todo lo que se nos pedía: nos despertamos como Dormilón, movimos las partes del cuerpo que movía el reloj...
Cuando llegamos a la prueba, la cambiamos un poco: Dispusimos aros por el espacio y l@s peques se metieron en ellos, cada un@ en un aro; saltamos dentro de los aros con los dos pies, saltamos con un pie dentro y un pie fuera, saltamos a la pata coja dentro del aro...
Después, vino el momento de la relajación, la seño Ana nos guiaba: En el suelo, nos sentamos con las piernas estiradas, primero estiramos las puntas de los pies, las recogimos, flexionamos las rodillas y las estiramos, recogimos una pierna y dejamos la otra estirada, cambiamos y recogimos la contraria...
Como nos quedaba un poquito de tiempo y l@s peques tenían más energía para descargar, decidimos escalar las espalderas. ¡Se lo pasaron genial!
La sesión dio para mucho y l@s peques disfrutaron de lo lindo.
Os dejo el cuento, por si queréis probarlo con vuestr@s peques:
EL RELOJ DORMILÓN
Toda esta historia ocurrió en Relojelandia, el país de los relojes, donde nacen todos, todos, los relojes que existen en el mundo entero.
Vivía entre todos lore relojes del reino uno al que llamaban el reloj Dormilón. Porque desde su nacimiento nunca había sido capaz de marcar bien la hora y por lo tanto como el tiempo no pasaba para él, siempre estaba durmiendo.
Vivía entre todos lore relojes del reino uno al que llamaban el reloj Dormilón. Porque desde su nacimiento nunca había sido capaz de marcar bien la hora y por lo tanto como el tiempo no pasaba para él, siempre estaba durmiendo.
Aquella mañana, Dormilón se despertó a las 12. Vamos a imitarle.
Comenzó moviendo el pie derecho, más tarde el pie izquierdo, movió los hombros, el cuello y por fin aunque es muy perezoso decidió levantarse.Cuando ya estaba levantado comenzó a llorar, y a pensar tristemente:
Soy el reloj más desgraciado de todos los relojes del país, todos funcionana perfectamente y pronto podrán irse al reino de los hombre, pero yo por tonto y dormilón, tendré que quedarme en mi país con todos los viejos relojes.
Y pensando en los viejos relojes comenzó a andar, siguiendo algún ritmo, todos imitamos:
- A un anciano con su joroba
- Andando a 4 patas.
- Cojeando de un pie.
- Y otras más que se le ocurrieron.
Mientras tanto en un lugar apartado del reino, se encontraba Temporín (el mejor amigo de Dormilón) reunido con todo el pueblo, para buscar una solución al grave problema de Dormilón.
Todos estaban sentados, cuando de pronto Temporín se levantó y dijo: “El que supere la prueba será el encargado de ir a la casa de Agujín-tin-tin (el gran mago de la montaña) y pedir consejo.
La prueba consiste (hagamosla):
Como vereis hay colocados sobre el suelo 4 aros, por los cuales deberemos de pasar.
- Por el primero con dos apoyos, pero colocados dentro del aro.
- Por el segundo con dos apoyos, pero uno colocado dentro del aro y otro fuera.
- Por el tercero con un solo apoyo colocado dentro del aro.
- Por el cuarto con un cuatro apoyos colocados en el centro del aro.
Todo tiene que hacerse en 1 minuto. Quien no se equivoque será el encargado de ir al monte Fantástico y a la casa de Agujín-tin-tin.
Todos los habitantes de Relojelandia realizaron la prueba y el más rápido de todos fue Temporín, el gran amigo de Dormilón, quien muy decidido recogió lo más importante de su casa y partió al largo viaje.
Primero iba muy rápido, dando saltos de alegría:
1º sobre sus dos pies.
2º sobre un pie nada más.
3º sobre sus talones.
Daba saltos y saltos de un lado para otro tomando al final las posturas más extrañas que puedas imaginar. Cuando se cansaba de dar saltos, continuaba dando volteretas, por todas las zonas de césped que encontraba a su paso. Daba volteretas hacia delante y hacia atrás.
Entre saltos y volteretas no se dio cuenta de que ya había llegado a casa del mago. El mago estaba en la puerta de su casa y corriendo preguntó a Temporín lo que ocurría; éste le contó el problema que tenían en el pueblo con Dormilón.
Agujín-tin-tin después de pensar un largo rato, decidió que lo mejor era ir al reino de Tuerquilandia donde había una hermosa tuerca que era mágica y que se era utilizada por Dormilón, lograría solucionar su problema.
Temporín volvía a saltar de alegría porque seguramente Dormilón quedaría curado, gracias al buen mago.
Pero para llegar a Tuerquilandia, deberá atravesar diez extraños países, cada uno de los cuales posee una enorme locura que se contagiaba a todo el que llegaba a ese país, por esto sería peligroso si Temporín se contagiaba en alguno de ellos. A pesar de esto el amigo de Dormilón optó por ir. El primer país en el que penetró fue Bambolín “El reino del balón”.
Todos sus habitantes no paraban de lanzar un balón hacia arriba parándolo cada vez con unaparte distinta del cuerpo y nombrándola. La paraban con:
- El pie.
- La mano.
- La rodilla
- La cabeza
- El codo
Temporín comenzó a realizar todo lo que aquellos habitantes hacían.
Pero muy pronto se dio cuenta de que tenía que continuar buscando la tuerca mágica. Y traspasó la frontera de aquel país. Se sentó un momento para descansar y poder entrar en el segundo país. Este país se llamaba Lateralilandia. En éste todos los habitantes se lanzaban pelotas, pero lo único que importanba era recoger con la mano no dominante. Porque un gran mago se había encargado de paralizar las manos dominantes a todos los habitantes. ¿Nos saldrá a nosostros?
Estuvo Temporín inmerso en esta locura muy poco rato porque le parecía muy aburrida, así es que no tuvo ningún problema para poder traspasar la frontera de salida. Después de un pequeño descanso decidió penetrar en el tercer país, se llamaba Espacilandia.
Era un país enorme, sin embargo, sus habitantes se empeñaban en desplazarse de un sitio para otro, pero sólo por el centro del país, dejando todo lo demás vacío. Hagámoslo.
Todos se desplazaban por el centro, sin embargo, lo hacían con tal cuidado que no chocaban, porque si esto ocurría caían tendidos en el suelo sin saber por cuánto tiempo. A Temporín le parecían tontos, pero poco a poco fue entrando en el juego, tuvo mucho cuidado de no chocar con nadie, porque sería un verdadero desastre, no podría recoger la famosa tuerca.
Pronto entró en el cuarto país. Era un país de nombre desconocido porque nadie había logrado salir de él. Cuando entró en él pudo ver como todos sus habitantes estaban colocados en parejas y jugaban a ponerse a la derecha del compañero, a la izquierda, delante y detrás. Uno de ellos siempre ocupaba la misma posición, mientras el otro cambiaba continuamente. A Temporín se parecieron curiosos los términos derecha, izquierda, delante y detrás. No paraba de probar para aprenderlos todos muy bien. Tardó bastante rato en salir de este país. Por fin se dio cuenta de que el tiempo pasaba y debía continuar. Por fin entró en el quinto país, Flexibilandia.
Todos los habitantes de este país estaban preocupados por doblar la cintura y dejando las piernas bien rectas llegar al suelo e intentaban tocar con als manos el talón, sin doblar los pies y hacían muchos más ejercicios.Le resultaron muy difíciles estos ejercicios y no tuvo más remedio que descansar un largo rato. Respiró e inspiró varias veces intentando recuperarse. Siempre pro la nariz intentando hinchar la barriga en la inspiración y luego desinflarla.
Pronto pudo entrar en el sexto país, Equilibrín. Ya le quedaba menos. En este país estaban todos los habitantes haciendo equilibrios, sobre un pie, sobre los talones, sobre las puntas de los pies, siguiendo una línea imaginaria, subiendo y bajando de un banco,…
A Temporín le gustaba mucho esto del equilibrio y se quedó demasiado teimpo en este país. Pasó al séptimo país. Este era el más importante de todos, si lograba pasar esta prueba practicamente estaría todo resuelto. Se llama Ritmilandia, en él se oía una gran música y todos sus habitantes se movían al ritmo de ésta. Cuando la música se paraba, el cuerpo de todos los habitantes se paralizaba por completo y se iba recuperando el movimiento de la siguiente manera:
- Mano izquierda dedo pulgar
- Dedo meñique
- Muñeca y brazo.
- Hombro solo
- Cuello solo
- Cintura solamente
- Tobillo solamente
- Rodilla solamente
- Brazo solamente
- Manos
- Hombros
- Hombros, manos, cuello
- Brazos, hombros.
- cintura
- cintura, hombros, brazos, manos.
- Todo el cuerpo.
A Temporín le costó mucho salir de este país. Estaba muy cansado y aún le quedaban 3 países, así que decidió continuar. Al cabo de un rato entró en Animilandia, el octavo país. Se llamaba así porque todos los hombres de este país andaban de un lado para otro sin chocar, pero expresando alegría, tristeza, asombro, preocupación… había una voz muy fuerte que indicaba en que estado de animo se tenían que encontrar los habitantes, todos tenían que obedecer, porque sino caen tendidos en el suelo y no se pueden levantar hasta que no comienza otro estado de ánimo. A Temporín le resultó muy difícil poder salir de este país, pero con mucho ánimo logró salir y entrar en el penultimo país. Era el país de los balones, todos los habitantes se desplazaban por el espacio en parejas con un balón, lanzandolo de una manera y recogiendolo el compañero de otra forma diferente: unas veces la lanza sentado y el compañero la recoge de pie con las dos manos.
Para salir de este país Temporín tuvo que investigar 5 formas diferentes de lanzar y recoger la pelota.
Por fin Temporín pudo salir de este país y por fin pudo penetrar en el último país donde estaba la tuerca mágica. En este país todos los habitantes andaban hacia atrás. Temporín comenzó a realizar el juego y cuando vió que todos los habitantes del país estaban distraídos cogió la tuerca mágica. Pidió un gran deseo, llegar rápido a Relojelandia, donde estaba seguro que lo estaban esperando. El deseo se cumplió y después de dar giros tumbado en el suelo hacia la izquierda y la derecha llegó a Relojelandia. La gente en Relojelandia estaba muy tristes, pero a medida que iba pasando Temporín con la tuerca en la mano, todos reían, saltaban y realizaban giros de alegría.
Temporín corrió en busca de Dormilón, le dió la tuerca mágica y Dormilón empezó a funcionar. El pueblo enteró aplaudía. Para celebrarlo se organizó una gran fiesta en la que todos bailaron y cantaron. Al finalizar la fiesta se fueron a dormir.
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