domingo, 22 de mayo de 2011

KATRINA, LA BRUJITA CAPRICHOSA

Katrina era la brujita más caprichosa y pedigüeña que se podía imaginar. Todo lo quería al momento y sin esfuerzo, y no dudaba en gritar y patalear para conseguir lo que fuera. Tanto, que de vez en cuando su papá agitaba la varita para concederle alguno de sus deseos. Hubo un día en que su papá estuvo tan concentrado en una de sus pociones que salió a toda prisa y olvidó la varita sobre la mesa. Así que la pequeña bruja no tardó en poner a prueba su magia.


Aquello era como un sueño para Katrina. La brujita no dejó de usar la varita mágica ni un solo momento, y ante ella aparecieron vestidos de princesa, príncipes encantados, duendes, animales y todo tipo de objetos mágicos y maravillosos, tantos como le dio tiempo a desear en un solo día.

A la mañana siguiente, un murmullo de quejas y lamentos despertó a Katrina. Adormilada, se asomó a la ventana, y apenas podía creer lo que veía: cientos de seres y criaturas del bosque protestaban enfadadísimos ante su casa. Caminó hasta la puerta y les preguntó qué deseaban.


- ¡Has secuestrado a mi tío! - gritaba un duende.
- Devuélveme mi dragón- protestaba un ogro.
-.¡Ahí está mi corona!- decía una dulce princesa.

Y así, todos cuantos se agolpaban a su puerta habían acudido allí para que Katrina les devolviera aquellas cosas que había hecho aparecer en su casa el día anterior, pues todas les habían desaparecido a sus propietarios. Algunos habían sufrido problemas muy gordos, y Katrina se sintió fatal por haber causado aquel estropicio.

Así, formaron una gran hilera, y uno a uno, les fue devolviendo todo lo que había hecho aparecer el día anterior, pidiendo disculpas por no haber pensado en las consecuencias de sus caprichos, y prometiendo su ayuda para reparar todos los daños que hubiera causado. Cuando, bien entrada la noche, le llegó el turno al último de la fila, Katrina descubrió con miedo que era su padre, quien venía a recuperar su varita.

Pero ya no estaba enfadado, porque gracias a aquella travesura, Katrina había aprendido que las cosas hay que conseguirlas con esfuerzo, porque nunca aparecen como por arte de magia, sino que siempre salen del trabajo y dedicación de alguien.

Autor.. Pedro Pablo Sacristán

jueves, 19 de mayo de 2011

CANCIÓN: LOS MESES DEL AÑO

En el blog http://juanimaestrainfantil.blogspot.com me he encontrado este bonito montaje para aprender los meses del año.


Ju

Juani, ha realizado este precioso vídeo con la canción de Damaris Gelabert "Los meses del año" del disco "Canciones para aprender. 7 a 9" y dibujos que ha encontrado en diferentes álbumes Picasa.
Los dibujos que ha utilizado para realizar el vídeo se encuentran en:





lunes, 16 de mayo de 2011

LAMBERT EL LEÓN CORDERO

Ésta es la historia de un curioso "cordero" que hace las delicias de mis niños de 3 años.
Es un león-cordero muy tierno y un poco patoso que saca las uñas cuando su mamá se encuentra en peligro...
Espero que se la pongáis a vuestros niños y que le guste tanto como a todos mis niños.


FERDINANDO EL TORO

Os presento uno de los cortos Disney que más les gusta a los niños de 3 años de mi cole. Cuando los llevamos al vídeo, el viernes, nos piden este cortometraje y se quedan embobados disfrutando de esta tierna historia de un torito muy pacífico al que le gustan muchísimo las flores.
Espero que os guste tanto como a nosotros y que lo disfrutéis.


domingo, 15 de mayo de 2011

CUENTO : LA SOBERBIA DEL ARBOL

Dicen que hace muchísimo tiempo a los árboles no se les caían las hojas. Y sucedió que un anciano iba vagando por el mundo desde joven, su propósito era conocerlo todo. Al final estaba muy pero 
que muy cansado de subir y bajar montañas, atravesar ríos, praderas y andar y andar.


De manera que decidió subir a la más alta montaña del mundo, desde donde, quizás, podría ver y conocerlo todo antes de morir.


Lo malo es que la montaña era tan alta que para llegar a la cumbre había que atravesar las nubes y subir más alto que ellas. Tan alta que casi podía tocar la luna con la mano extendida. 


Pero al llegar a lo más alto, comprobó que sólo podía distinguir el mar de nubes por debajo suyo y no el mundo que deseaba conocer.


Resignado decidió descansar un poco antes de continuar con su viaje.


Siguió andando hasta que encontró un árbol gigantesco. Al sentarse a su gran sombra no pudo menos que exclamar:
_¡Los dioses deben protegerte, pues ni la ventisca ni el huracán han podido abatir tu grandioso tronco ni arrancar una sola de tus hojas!


_Ni mucho menos, -contestó el árbol sacudiendo sus ramas con altivez y produciendo un gran escándalo con el sonido de sus hojas-, el maligno viento no es amigo de nadie, ni perdona a nadie, lo que ocurre es que yo soy más fuerte y hermoso. El viento se detiene asustado ante mí, no sea que me enfade con él y lo castigue, sabe bien que nada puede contra mí.


El anciano se levantó y se marchó, indignado de que algo tan bello pudiese ser tan necio como lo era ese árbol.


Al rato el cielo se oscureció y la tierra parecía temblar.


Apareció el viento en persona: _¿Qué tal arbolito? -rugió el viento-, así que no soy lo bastante potente para ti, y te tengo miedo? ¡Ja, ja, ja!


Al sonido de su risa todos los árboles del bosque se inclinaron atemorizados.


_Has de saber que si hasta ahora te he dejado en paz ha sido porque das sombra y cobijo al caminante, ¿No lo sabías?


_No, no lo sabía.


_Pues mañana a la luz del sol tendrás tu castigo, para que todos vean lo que les ocurre a los soberbios, ingratos y  necios.


_Perdón, ten piedad, no lo haré más.


_¡Ja, ja, ja, de eso estoy seguro, ja, ja, ja!


Mientras transcurría la noche el árbol meditaba sobre la terrible venganza del viento. Hasta que se le ocurrió un remedio que quizás le permitiese sobrevivir a la cólera del viento.


Se despojó de todas sus hojas y flores. De manera que a la salida del sol, en vez de un árbol magnífico, rey de los bosques, el viento encontró un miserable tronco, mutilado y desnudo.


Al verlo, el viento se echó a reír, cuando pudo parar le dijo así al árbol:


_En verdad que ahora ofreces un espectáculo triste y grotesco. Yo no hubiese sido tan cruel, qué mayor venganza para el orgullo que la que tú mismo te has infringido, de ahora en adelante, todos los años tú y tus descendientes, que no quisisteis inclinaros ante mí, recuperaréis esta facha, para que nunca olvidéis que no se debe ser necio y orgulloso. 




Por eso los descendientes de aquel antiguo árbol pierden las hojas en otoño. Para que nunca olviden que nada es más fuerte que el viento.



Este precioso cuento está basado en una leyenda tibetana y lo he encontrado en http://ingebel.blogcindario.com.